martes, 7 de marzo de 2023

SACO DE ARENA

 


 

Sucedió hace muchos años, en el Tate Gallery de Liverpool, Inglaterra.


Literalmente, tropecé con un saco lleno de algo que parecía ser cemento o arena.


Pensé que estaban haciendo trabajos de renovación y alguien había olvidado un saco de arena en la mitad de la sala. Casi le digo al vigilante que el saco en cuestión era “unsafe”, pues estaba en un lugar muy transitado.


Pero de pronto me fijé, que no, el saco de arena era el protagonista de la instalación de la sala.  El nombre de la obra era simplemente eso: Saco de Arena, (Sandbag).


En los museos, me suele suceder que tiemblo y me maravillo ante ese silencio íntimo, ese territorio sagrado que se produce entre el observador y el artista.


En este caso, ahí, frente al saco de arena me quedé en neutro.


Me senté en un banco para observarlo con detenimiento.


El banco crujió.


Mi mente llena de escaramuzas, intentó descifrar el sentido de aquella obra.


Quizás el saco representa este recipiente caduco que llamamos cuerpo y la arena refleja la soledad existencial del hombre.


Si al menos el artista hubiese titulado el cuadro, Autorretrato, o Naturaleza muerta, nos hubiese dado alguna pista.


Pero no, Saco de Arena.


El banco volvió a crujir.


El vigilante se me acercó y me dio una reprimenda, pues el banquito era parte de la instalación.


Sali de la sala, avergonzada de mi ignorancia, pero al final lo consideré un aprendizaje.


Tal vez el artista quería expresar simplemente eso, un saco de arena… y un banquito.


La honestidad, esa olvidada virtud, debe ser también una forma de arte.


De esta experiencia también me quedó otra enseñanza.


La próxima vez que visite un museo de arte contemporáneo, antes de sentarme en el banquito, pregunto.

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