Todas las
mañanas doy un paseo por el zoológico.
Me queda muy
cerca y cada una de las criaturas vivientes que consigo a mi paso, me hacen
sonreír.
A algunas, ya
hasta las conozco por su nombre.
William, el
hipopótamo azul.
Amarula, el
elefante africano que tiene un colmillo roto.
Dana, la llama
peruana.
Y así, también
saludo al jaguar, al águila calva, a un camello.
También le digo
hola a una tortuguita mexicana que se llama Oswaldito.
En un lugar
especial vive un animal mitológico, se llama Lambanana, es una especie de oveja
amarilla con una cola alargada.
Regreso de mi
paseo cotidiano, con el alma muy llena.
Ah, y de paso,
también me encuentro cada día con Don Quijote y Sancho.
Es el momento
de confesar que, esa visita por este, mi zoológico particular, ocurre en la
sala de mi casa.
Un paseo visual,
un safari de recuerdos, ahí sobre mi mesa, en las repisas de la biblioteca.
Siempre digo que,
en mi próxima vida, si es que la hay, seré minimalista y tendré solo una silla,
un cuadro y un florero.
Pero en esta
vida, no.
En esta de
ahora me refugio en mis cachivaches.
En ellos
renuevo cada día, mi historia de amor.
A veces pienso
que en mis espacios abarrotados ya no cabe nada más.
Entonces recuerdo
un verso de Antonio Porchia.
En un alma llena cabe todo, en un alma vacía no cabe
nada.
Tengo suerte,
en la mía caben hasta elefantes.
PD: Con este, celebro mi post #400. El primero lo publiqué en julio del 2011. Muy agradecida por estos 400 momentos verdaderamente mágicos que me ha regalado la vida.
Es un paseo bonito y un buen relato para celebrar este post núm. 400. Felicidades.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias Rafael y muy especialmente agradecida contigo por tu presencia en muchos de estos 400. Lo aprecio demasiado.
BorrarUn abrazote!
En esta vida, poco a poco vamos aumentando nuestros cachivaches. Los físicos y los del alma.
ResponderBorrarFelicidades por los 400.
Un abrazo grande amiga.
Gracias Roland, A ti tambien te agradezco demasiado tu presencia en mis lineas y tu amistad.
BorrarAbrazote gigante!