Recibí muchas flores
el día de mi cumpleaños.
Gracias.
Alegría instantánea.
Tulipanes coloridos
y danzarines de parte de mi vecina.
Dalias de
sonrisa rosada, de parte de mi hija.
Rosas
esplendorosas, de mi caminante amiga.
Y hasta del más
allá llegaron (larga historia).
Las flores
alegraron mi casa, mi alma y me han acompañado por todos estos días.
Las he
observado, con fascinación.
Desde su erguido
esplendor, su embriagante aroma nocturno, hasta su lento declinar, su serena
despedida.
Ese momento
sublime y liberador en que bajan la cabeza, renuncian a sus pétalos, a todas
sus pertenencias y se rinden.
Mansamente.
Y entonces entendí
mejor el mensaje de las flores.
Eso de ser, lo que
se es, lo que se tuvo y lo que uno ha perdido.
Esa belleza y gloria de
ser efímera.
Como la vida...
Un bello colorido y la alegría de la vida...
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias mi apreciado poeta Rafael.
BorrarUn abrazo grande
Hola Natalia.
ResponderBorrarFlores, plantas, naturaleza... ¡Qué no falte!
Abrazos
Así es Jorge Roland, sobre todo en estos tiempos que han sido tan difíciles.
BorrarAbrazotes!