“Jamás desesperes, aún estando en las más
sombrías aflicciones,
pues de las nubes negras cae agua limpia y
fecundante.”
Miguel de Unamuno
A veces asalta, sin saber, inesperadamente, después
de un día tranquilo.
Se instala a placer.
Toma café y se arrellana en tu sillón contigo.
Se adueña de tu almohada. Se duerme un poco,
acaso.
Y despierta risueña y descansada.
Como si el vagar entre las sombras y las dudas,
fuesen su vitamina.
Se pone las pantuflas y se apodera del aire.
Y desde su certeza, nos reta, dispuesta a permanecer,
aunque no esté invitada.
Si uno cree que huyó.
Mentira.
Va y viene. Entra y sale a sus anchas.
Es la tristeza.
Septiembre se retira con vapores extraños.
Los pesares del mundo abrazaron los míos.
Pero algo quizás, he aprendido.
A hablar algo más alto que la pena.
A sembrar esperanzas en mis ojos, cada mañana, ante el espejo.
A ver lo bueno.
A llorar lo que tengo y no lo que he perdido.
Los recios nubarrones pasan.
De la tierra arrasada, nace la
calma.
Un dulce nacimiento.
Después de los recios nubarrones.
Todo se ve más claro.
Todo es más bello.
PD: Septiembre fue un mes triste y por eso
este estado de ánimo un poco descompuesto. Al final, la esperanza incipiente.
La frase de Unamuno también alienta.
Muy bonito Natalia, me ha encantado. Siempre esperanza, siempre.
ResponderBorrarAbrazotes :)
Gracias Roland. Esperanza siempre, siempre...
BorrarMuchos abrazotes.
Hay que sacar la sonrisa para que se nuble la tristeza.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias Rafael,mi esposo siempre decía..Sigue sonriendo!
BorrarUn abrazote!