El deshielo trae
muchas sorpresas.
Algunas buenas,
otras no tanto.
Por ejemplo, para
Sancho, el deshielo de nuestro patio fue toda una fiesta, pues aparecieron
todos sus viejos juguetes, sepultados en la nieve desde hace seis meses. Su
cola parecía que se le fuera a desatornillar del cuerpo.
Para mí, fue todo lo
contrario. El deshielo dejó al descubierto meses de sus “gracias” que tuve que
recoger.
Y mientras realizaba
esta nada grata tarea, me acordé del chiste de Seinfeld (a mi esposo le encantaba),
quien se preguntaba que, si un extraterrestre, desde el espacio viera a los
humanos recogiendo la mierda detrás de sus perros, ¿quién pensaría que es el
amo?
En este caso el
extraterrestre no tendría la menor duda.
Yo llenando bolsas
con kilos de “gracias” y Sancho tomando el sol en la terraza, rumiando su recién
descubierto hueso de juguete.
En fin, terminada esta
peculiar olfativa y táctil tarea, me senté en la terraza a disfrutar del primer
día cálido del año, viendo cómo se derretían los tacos de hielo y nieve
primaveral.
Entonces presencié
mi propio deshielo.
Las cosas divertidas
que creía perdidas, igual que los juguetes recuperados de Sancho, estaban allí,
brillando, esperando a ser recogidas por mí, con el mismo regocijo perruno de Sancho,
pero sin menear la cola, en mi caso.
Así como un frisbee destruido,
un hueso roto, una pelota mordida y una cuerda desbaratada, hicieron tan feliz
a Sancho, no por ser juguetes nuevos sino por el placer de ser recuperados después
de tanto tiempo de estar enterrados en la nieve, pues así mismo, mi deshielo reveló
mi caja de herramientas, rota y desgastada, oxidada, desvencijada, por fuera, pero con todas sus herramientas, algo magulladas, pero intactas
adentro.
Esto del duelo es un
proceso de reconstrucción "under construction", y para eso necesito todos mis recursos, pulirlos, limpiarlos de tanto invierno, repintarlos con colores alegres.
Al final, todo lo
que uno necesita para ser feliz, está ahí dentro de esa caja, por más desbaratada que se encuentre.
Sancho y
yo tomamos el sol de la terraza, cada uno disfrutando de nuestros recién desenterrados
juguetes.
Desde arriba, los extraterrestres,
nos miraron con expresión de desconcierto.
Me alegro de ese deshielo que describe.
ResponderBorrarUn abrazo y feliz fin de semana.
Gracias Rafael, por fin un calorcito!
BorrarUn abrazo grande!
Bien Natalia. Aquí no hay hielo, pero sin duda que los ciclos del año siempre traen sus cosas. Ahora a mirar adelante, a ver que nos trae el verano.
ResponderBorrarUn abrazote grande.
Gracias Roland, a mirar hacia adelante, no queda otra!!
BorrarUn abrazo grande!
Ah, qué linda Natalia, tu metáfora del deshielo.
ResponderBorrarUn cálido abrazo.
Gracias Taty!
BorrarOtro abrazo para ti.