Hoy salí a
comprar un pan y una rosa.
El pan porque
se me acabó y me gusta en el desayuno.
La rosa, para
complacer un deseo de alguien muy especial, una niña de 4 años, mi nieta Natalia.
Hace poco
tiramos una piedrita al rio y le dije que pidiera un deseo. Ella dijo que su
deseo era, una flor.
Y yo me dije,
bueno, una rosa para Natalia.
Esta mañana, cuando
iba en camino a la panadería y floristería, ya intuía que ésta, no era una
misión ordinaria.
Compré el pan y
una rosa de color coral.
Sali de la
tienda con una sensación de plenitud difícil de explicar, como si no me faltara
nada, ni en mi despensa, ni en mi vida…
Conduje hacia
mi casa dispuesta a desayunar y sorprender a Natalia con su flor, su deseo
cumplido.
Y así termina
esta historia.
Simple y fugaz,
como sus protagonistas, un pan y una rosa.
El resto del
día me dediqué a respirar la vida y su perfume.
Para finalizar,
comparto una de esas frases inolvidables, que descubrí con mi amado esposo,
hace muchos años en un pueblito galés:
“Si en la vida
sólo me quedaran dos centavos, con uno compraría un pan y con el otro una rosa.
El pan para mantenerme vivo y la rosa para tener una razón para vivir.”
Precioso regalo y recuerdo.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias Rafael, poeta amigo.
BorrarUn abrazo grande
Hola Natalia.
ResponderBorrarDa mucho que pensar, es tan importante estar vivo como que busquemos nuestros motivos para ello.
Abrazo grande.
Gracias querido amigo Roland! Aprecio siempre tu presencia en mis lineas.
BorrarAbrazoteee