Avila de Miguel Cabre |
El sábado
en la noche un señor poeta del tiempo vino a mi casa a decirme: Leonor, te voy
a contar un cuento…
Me
recordó a Rubén Darío que escribió esas mismas palabras, pero para Margarita,
aquella de “Margarita, está linda la mar…”
Yo
me quedé en silencio, escuchando con atención cada uno de sus versos,
pronunciados con suavidad, pero con profundidad y énfasis.
Era
una historia complicada que comenzaba con los griegos y los romanos, después se
metían los árabes, los españoles y hasta los indios americanos.
Después
de muchos siglos y vericuetos, la historia reapareció mágicamente, una mañanita
caraqueña, como el vals venezolano de Evencio Castellanos, una de las pocas
piezas que quedaron en mi cerebro reptil y soy capaz de tocar en el piano.
Allí,
en la casa solariega, estos personajes del pasado depositaron todas sus
riquezas en las manos de mis dos mamás, la de Los Teques y la de Barlovento.
De
pronto, yo también estaba en la historia, sin edad, porque la escena se repetía
año a año, mirándolas, escuchando cantar al canario llamado Pavarotti, envuelta
en los olores de la cocina, de mis diciembres caraqueños.
El
señor poeta hizo una pausa y yo terminé de comerme mi primera hallaca.
La
“multisápida”, como algunos la llaman.
Y
es que los sabores antiguos… ¡sí que saben contar historias!
“…es como un compendio ejemplar del proceso de mestizaje.
En ella están: la pasa y la aceituna de romanos y griegos, la alcaparra y la
almendra de los árabes, la carne del ganado de los capitanes pobladores de
Castilla, el maíz y la hoja del bananero de los indios”.
Arturo Uslar Pietri
PD: Mis reflexiones ahora disponibles en
Hola Natalia.
ResponderBorrarPara mi es lo bonito, me gusta mucho aprender de tantas culturas... que al final, es lo que somos.
Un abrazote.
Hola Roland, ojala un dia pudiesemos compartir una hallaca. Me encantaria. Por cierto, estare por tu tierra el mes de Enero, visitando a mi hermana. (disculpa la falta de acentos)
BorrarUn abrazote!