Me he pasado
gran parte de la vida practicando y perfeccionando el arte de la arquería.
Es una
actividad que requiere, concentración, paciencia y precisión.
Son muchos
elementos a tener en cuenta: la flexibilidad del arco, la tensión de la cuerda,
el posicionamiento de la mano.
Hay que tener visión,
serenidad, arte, para que la flecha vuele alto y llegue a su dorado destino.
La arquería, aparte
de técnica, también requiere de mucha intuición.
¿Cómo adiestrar
ese ojo dominante? el que guía la ejecución, para que confíe y se deja llevar
por esa entrega sin límites que culmina en buen resguardo.
El arquero divisa
claramente su objetivo y posiciona cuerpo, mente y corazón para después, en el
momento justo, cargar la flecha.
En ese instante, que puede parecer eterno, el
arquero inclina el arco hacia el suelo, como haciendo una reverencia, un acto
de humildad, y engancha la flecha en la cuerda, con delicadeza y determinación.
Es el momento
en el cual la flecha conoce de su energía, su potencia.
El arquero abre
y levanta el arco. Es el momento.
Entonces, ya con
la flecha enganchada en los dedos, encuentra el ángulo preciso.
El momento de
la verdad.
El arquero
relaja los dedos de la mano y decide soltar la flecha.
Y suelta….
Y toda esta
historia viene a propósito de que en estas navidades, la mitad de mi corazón
esta en Tanzania (mi hijo recién casado y su esposa en su luna de miel) y mi
hija y familia, en Venezuela (visita familiar y aquietando nostalgias)
A los que me
preguntan si voy a sentirme sola, les digo con sinceridad y sin falsas
euforias, que no.
Aunque mi gran
amor voló a otros dominios, siempre digo que una mujer enamorada nunca esta
sola, porque el amor es como lo “bailao”, como se dice en mi tierra, nadie
puede quitárselo a uno.
Aunque los voy
a extrañar demasiado, creo que nosotras las madres nos alimentamos de la
felicidad de los hijos, de sus logros, de sus satisfacciones, de sus
descubrimientos, de que vayan, vean, exploren.
Vivan…de que
sean la flecha.
Nosotras, las madres, el
arco, como dijo el poeta.
Sobre los hijos….
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas,
son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero,
Sea para su felicidad.
Khalil Gibran poeta libanés.
Todo un arte,
eso de la arquería…
Hola Natalia.
ResponderBorrar¡Qué bonito! Me encanta, yo soy padre y aunque mis hijos todavía no volaron tan lejos, te comprendo.
Por cierto ¡Qué nos quiten lo "bailao"! jajaja
Un abrazo grande.
Hola Roland, que bueno que te gusto! ( perdona la falta de acentos) Y si, lo bailao no nos lo quita nadie jajajaja
BorrarABrazote