El Condominio |
Frente a mi ventana hay un gran pino.
En algunas de mis reflexiones anteriores he
elaborado sobre cómo mi iconografía cambió totalmente hace trece años, que son
los que llevo en Canadá.
En las ventanas anteriores de mi vida había una
mata de mango, una de guayaba y otra de aguacate.
Mi pino es soberbio, enorme, erguido, incólume
ante la severidad del clima calgariense.
Pero esta breve introducción es porque descubrí
que mi pino es también un condominio, como esos que anuncian en los medios,
seguro, moderno, funcional, con vista privilegiada, y con todas sus comodidades
y amenidades.
En la planta baja habita una pareja de faisanes.
El Sr. Faisán, elegante, de largo plumaje y copete rojo. La Sra. Faisán, modesta
y de plumaje menos vistoso. Que injusticia.
En la planta superior habita una pareja de Robins,
esos pájaros, gordos y rozagantes, de pecho anaranjado. Los veo trayendo
ramitas, y hojas, deben estar remodelando.
Y más arriba está la familia Pavarotti, se
llaman Chickadee, unos pajaritos pequeñitos con un vozarrón
impresionante.
De vez en cuando reciben visitas, de las
ardillas, golondrinas, y otras no tan apreciadas como las urracas (magpies) o
los cuervos.
Pero, en fin, día a día, contemplo la vida plácida,
en el pino condominio; bajo la nieve, el granizo, la lluvia o el viento, allí están
siempre, las familias acurrucaditas en sus aparentemente precarios pero
formidables nidos.
En paz.
Y es que el hogar es eso, paz.
Y ahora es cuando viene lo que les quiero
contar.
En mi proceso de duelo, mucha gente me
pregunta: “¿y no te piensas mudar de tu casa? Es que esa casa es muy grande
para ti…” Etc. Etc. Etc.
Una más de la larga lista de cosas que el Dr.
Alan D. Wolfelt define como “True, but not helpful.”
Otros ejemplos que utiliza son: “Tienes que
mantenerte ocupada.” “Necesitas dar a tu vida estructura.”
“True but not helpful.” (el duelo lo agota a uno, lo menos que uno
necesita es algo tan rígido como estructura)
Pero he de decir que sí.
La idea de que algún día tendré que reducirme
o “downsize” como dicen aquí, está en mi cerebro límbico y, sin prisa, a
mediano o largo plazo, pues probablemente eso ocurra y encontraré, con la ayuda
de mi bella amiga Margarita, un sitio tan encantador como el condominio de mis
vecinos.
Un nido como el de la familia Faisán, la familia Robin y los Pavarotti.
Por ahora, este es mi hogar, mi paz, mi refugio.
Mi cuerpo grande, como dice el poeta.
Y justo cuando termino de escribir este post apareció
un maravilloso arcoíris.
¡Gracias! Telegrama recibido. Sé que estás ahí.
PD: El Dr. Alan D. Wolfelt es un gurú del
duelo, tuve la suerte de verlo en persona aquí en Calgary el año pasado y me pareció
sencillamente brillante. Ha escrito muchísimos libros, lecturas muy recomendadas para quienes lo necesiten.
Hola Natalia Leo!!!
ResponderBorrarMe ha encantado tu entrada, vuelves a estar en forma "escribidoramente" hablando jjj Tanto es así que tu entrada me ha inspirado para escribir, aunque ya sabes que como voy en orden cronológico, habrá que esperar jjj
Un abrazote grande amiga :)
Gracias Jorge Roland!!! Es realmente un honor si te inspirado una de tus historias y esperaremos!
BorrarUn gran abrazote y gracias por estar ahí!
Hay que estar pendiente de las señales, tu la viste. Las casas quedan grandes cuando faltan habitantes pero mantienen esquinas, presencias, sensaciones y muchos recuerdos por eso seguimos donde nos dejaron. Precioso el pino, y tu mirada. Abrazos
ResponderBorrarGracias Ester, siempre tan expresiva y acertada cuando escribes.
BorrarUn abrazo grande.
Quizás son esos pequeños detalles que citas la verdadera felicidad de la vida.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias Rafael.
BorrarAsí es, detalles pequeños que dan felicidad
Un abrazote.
Qué linda y qué poeta eres, Natalia, con tu condominio.
ResponderBorrarQue siempre tengan flores tu jardines.
Abrazos.
Gracias querida Taty, lo mismo digo de ti, linda y poeta!
BorrarUn abrazote y muchas flores también!