domingo, 28 de diciembre de 2025

GIRASOLES

 


Buscan la luz, como la mayoría de las plantas, como nosotros los humanos en tiempos de oscuridad.

Vincent Van Gogh los pintó en todas sus modalidades, en floreros, en campos, bajo la noche estrellada y dícese que los utilizaba como símbolo de agradecimiento.


Justamente, “Con gratitud”, era el mensaje de la tarjeta bellamente ilustrada por girasoles, junto a un broche con el mismo motivo, que nos fue regalada al grupo de voluntarios del centro de atención al duelo al cual pertenezco.


El texto de la dedicatoria hacía una analogía entre duelo y girasoles (Rhonda Poetker):


“El duelo es como un girasol. En días tempranos, requiere constante y gentil atención. Frágiles y cautelosos, los girasoles voltean sus rostros a aquello que ofrezca calor, sanación y fuerza. El suave beso del sol se convierte en la silenciosa fuerza detrás de su crecimiento – invitación a seguir elevándose, incluso en las más severas circunstancias.”


Pensarán mis lectores que elegí un tema algo mórbido para despedir el año, pero puedo decirles de corazón que, todo lo contrario.


Este campo de girasoles al cual me honro en pertenecer es un lugar de esperanza, de vida, de búsqueda constante de luz y verdad.


Allí nos arropamos cuando sopla el viento y lloramos junto a la lluvia renovadora.


Despido el año con admiración para mis compañeros voluntarios y el excepcional personal del Bob Glasgow Grief Support Centre.


Si el 2025 le dio algún propósito a mi vida, fue gracias a ellos.


Y también a Atril, mi ventanita por donde se asolea mi inspiración, la cual me permiten compartir cada semana.


Van Gogh tenía razón, el girasol en sus doradas pinceladas irradia vigorosa gratitud.


Espero no haya nada triste en este texto lleno de agradecimiento.


¡FELIZ AÑO 2026!

 

“El voluntariado es un acto de heroísmo a gran escala.”

William J. Clinton

 

lunes, 22 de diciembre de 2025

CONECTAR

 


 

Me topé con este verbo en tiempo gramatical imperativo: ¡Conéctate!

Se trataba de un anuncio publicitario navideño intentando venderme algo, tan importante, que ni siquiera lo recuerdo.

El comando, así tan enfático, me sonó mecánico y hasta duro.

Lo asocié con enchufe, computadora, ondas electromagnéticas, celular, códigos, en fin, con la tecnología que nos rodea, sin la cual ya es casi imposible subsistir.

Pero como suele sucederme, me quedé pensando en un significado menos autoritario.

Al final es una voz que llama a establecer vínculos de unión.

Conectar, en su sentido más amable significa unir, comunicar, enlazar para que “algo” pueda fluir.

Visto de esta forma, esa orden de ¡Conéctate!, se me suavizó, pero la vez me pareció más compleja.

Por asociación de ideas, eso de las conexiones me trajo a la mente palabras como “empatía” (capacidad para identificarse con los sentimientos de los demás) o “compasión” (compartir el dolor ajeno, o en criollo, meterse en los zapatos de los demás), otras maneras de fluir y crear lazos genuinos con quienes nos rodean.

Al final si yo utilizara el imperativo del anuncio publicitario en cuestión, sea lo que sea que quisiesen vender, le agregaría:

“Conéctate” con un abrazo, con un gesto amable, con una palabra de aliento.

“Conéctate” con la ternura de los niños.

“Conéctate” contigo mismo y tus sueños.

A lo mejor así me acordaría de lo que intentaban venderme y hasta lo hubiese comprado

Para terminar y les ruego perdonen lo repetitivo, voy a “conectarme” con la gratitud hacia mis compañeros de Atril y con nuestros maravillosos lectores por recibirnos en sus casas cada semana.

Para finalizar, les dejo mis deseos para que recibamos con generosidad al Espíritu de la Navidad que nos invita en estos días a “conectarnos” con esos valores que, de tan trillados, parecieran olvidados a veces: paz, amor, unión…

¡Conectémonos!

 

¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!

lunes, 15 de diciembre de 2025

MI ARBOLITO DE NAVIDAD

 


Se aproxima la Navidad.

Las luces y decoraciones llenan las calles, las casas, las vidrieras.

Se escuchan aguinaldos, los centros comerciales están a reventar.


El ambiente festivo se adueña del mes de diciembre.


Pero, sobre todo, los niños sueñan.


Confieso que hoy en día, esas ilusiones infantiles son mi principal motivación.


Por ellos es que cuelgo las botas en mi chimenea, saco mi nacimiento de osos, mis soldaditos del cascanueces, mi Rudolph, mis duendes.


Hasta desempolvo mi cuatro para cantar con ellos aguinaldos venezolanos, el “Burrito Sabanero”, “Si la Virgen fuera Andina…”


Pero también he de confesar que celebro otra Navidad mucho más callada.

Debo decir que ambas, la ruidosa y colorida, junto a la íntima y silenciosa, se entrelazan, se expanden y quizás hasta se embellezcan mutuamente.


Es allí, en ese otro rincón interno, un espacio poético tal vez, donde decoro mi muy personal arbolito.


Cada ornamento de mi secreto árbol de Navidad es una persona que quizás ya no está, pero continúa en presencia gloriosa, una risa, una lágrima, un recuerdo.


Al pie de ese árbol coloco mis regalos y enciendo una estrella radiante en mi corazón.


En ese instante, pasado y presente se encuentran y resplandece toda mi estancia, esa morada donde el amor sabe agazaparse.


Así disfruto cada noche de mis silenciosas fiestas navideñas, junto a mi muy dignificada soledad.


Mientras tanto, en el bullicio, me preparo para celebrar los sueños de mis niños, con alegría, música y nuestras tradicionales hallacas.


Y como es tradición, desde tiempos ancestrales, el 25 de diciembre amaneceré bailando aquel clásico de nuestras navidades caraqueñas interpretado por la orquestra Billo Caracas Boys:


“Navidad que vuelve, tradición del año, unos van alegres y otros van llorando…”


Les dejo el enlace para que vayamos practicando.


https://www.youtube.com/watch?v=DWcRwYf3-M4

lunes, 8 de diciembre de 2025

LA SOMBRA

 


Sucedió una de estas tardes, frías pero soleadas, mientras paseaba a la mascota de mi hijo, Panda.

Frente a nosotros, un perrito jugueteaba alegremente, dando vueltas y retozando sin cesar.

Entonces me percaté que estaba jugando con su propia sombra.


Me pareció muy divertido y me reí junto a los dueños que también le celebraban la gracia.


Seguí adelante con mi paseo y fue allí cuando me sorprendió mi propia sombra y la de Panda.


En esta época del año cuando se aproxima el solsticio de invierno y el sol está en el punto más bajo del cielo, las sombras lucen alargadísimas.


De pronto caí en cuenta que esa imagen del perrito jugando con su propia sombra era más poderosa y simbólica de lo que pudiese parecer a simple vista.

Mirando esas elongadas figuras sobre la nieve que nos perseguían a mí y Panda, recordé el concepto junguiano de sombra.


No soy en lo absoluto versada en el tema, pero de mis viejas lecturas (y ayudada por Google) vino a mi mente aquello que, según la psicología analítica de Carl Jung, la sombra se refiere a los aspectos del inconsciente de la personalidad que el yo consciente reprime, o niega.


Esa “sombra” es autónoma, e influye en nuestros pensamientos y comportamientos y si no somos capaces de integrarla, puede sabotear nuestros propios esfuerzos y metas.


Al parecer lo recomendable es reconocer estos aspectos sombríos sin juzgarlos y sencillamente aceptar que son parte de nosotros mismos.


Se dice fácil.


En fin, antes de llegar a casa, Panda y yo decidimos divertirnos igual que el perrito que vimos, e invitamos a jugar a nuestras largas y simpáticas acompañantes.


Quizás tomarlo así, con ligereza, sea el comienzo de eso tan complicado que llaman el “camino hacia la individuación”.


Yo como siempre, prefiero no meterme en honduras, así que los dejo con esta adivinanza:


“¿Qué no se moja con el agua y no se quema con el fuego?”


¡Adivinaron, claro! (no es tan obvio para el común de los mortales)

Respuesta: La sombra.

lunes, 1 de diciembre de 2025

COMEDIA

 


Decidí hacer un crucero por la Grecia continental y sus islas.

Recorrí el Peloponeso, Quíos, Ítaca, Argos, Atenas y junto a esos lugares esplendorosos, también me paseé por su lírica y su prosa.

El viaje duró casi catorce siglos: desde el 800 a. de C. hasta el 529 d. de C, ya entrado el período romano.

Todo esto fue posible gracias a un día de invierno, el primero de esta temporada he de decir, donde no cesó de nevar desde la madrugada hasta la noche.

Mi pasión por cultivar el ocio me condujo a un rincón olvidado de mi biblioteca y allí hallé los cinco tomos del “Consultor Estudiantil: Historia de la Literatura.”

Así comenzó mi periplo griego y confieso que naufragué.

Demasiados lugares, demasiados autores, algunos conocidos para mí como Homero, Esquilo, Sófocles, Leucipo, Heráclito (aquel que dijo que no es posible bañarse dos veces en el mismo río, pues cada instante es agua nueva.)

Otros desconocidos, como Teócrito de Siracusa. Agatárquides de Cnido o Aristarco de Samos.

Pero curiosamente, encontré un hilo conductor que creo no ha cambiado mucho desde el 800 a. de C. hasta nuestros días.

La evolución del espíritu humano es una búsqueda constante, una desesperada necesidad de encontrar respuestas y verdades ante lo que describe un pasaje del libro como “la embrutecida realidad”.

Al final resultó una productiva manera de pasar un día invernal, aunque probablemente se me va a olvidar casi todo lo que leí.

Pero esta travesía trajo a mi memoria algunos personajes que sí recordaba, como Pitágoras de Samos, Tales de Mileto y Platón de Albóndigas.

Risas y disculpen el chiste malo.

Después de todo, los griegos también inventaron el género de la “comedia” (inspirado en las fiestas dionisíacas) y el buen humor siempre estará vigente.

lunes, 24 de noviembre de 2025

SEMILLAS,

 


Si alguien me viera moviendo el potecito de un lado a otro de mi casa, buscando un rayito de luz, pensarían quizás que estoy chiflada.

Así estuve por varias semanas.

Se trataba de unas semillitas de flores que me dieron como regalo de salida en la fiesta de bienvenida de un bebé o Baby Shower. El tema de la celebración era Bebe Floreciendo o Baby in Bloom, una bella manera de simbolizar el gozo del florecer de una nueva vida.

Pido disculpas si me he vuelto reiterativa con el tema infantil en estos días (hija en la dulce espera y nuera recién dada a luz), pero cuando estoy cerca de una mujer embarazada, no puedo evitar recordar aquel poema, Maternidad, del poeta argentino José Pedroni que comienza diciendo:

 

Mujer, en un silencio que me sabrá a ternura,

durante nueve meses crecerá tu cintura…

 

Volviendo a mi matica, las instrucciones en la bolsa de las semillas decían que solo había que ponerlas en tierra, sol y mantenerlas húmedas. Lo de “sol” puede resultar peliagudo en esta época del año en estas latitudes y por eso me la pasé moviendo a la matica de un rincón a otro de mi casa buscando un rayito de sol que le diera directamente.

Pasaban las semanas y nada.

Hasta que el siete de noviembre, el tan esperado bebé nació.

Un día luminoso.

El mismo en que, finalmente, brotaron dos hojitas verdes en mi matero.

Frágiles, pero tenaces, como cada nueva vida que se asoma en este planeta.

Yo seguiré cuidando con devoción a mi matica, dándole todo el calor posible, igual que a esas otras flores, léase nietos, que brotan en la que yo pensaba, equivocadamente, era tierra arrasada.

Y les dejo el final del poema de Pedroni que mi padre recitaba con los ojos cerrados, enfatizando cada sílaba con sus manos bondadosas.

 

Un día, un dulce día, con manso sufrimiento,

te romperás cargada como una rama al viento,

y será el regocijo

de besarte las manos, y de hallar en el hijo

tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,

y un poco de mis ojos, un poco, casi nada...

domingo, 9 de noviembre de 2025

Triángulo


 

Matemáticamente es un polígono de tres lados y tres ángulos que suman 180 grados.

El que despertó mi curiosidad esta semana es mucho más interesante.

Explico.

Provengo de una familia musical. En mi casa aquí en Calgary, tengo nuestro tradicional cuatro, guitarra, piano, ukelele, marimba, bongó, maracas, palitos y…. antes de que pierda el aliento: triángulo.

Es un instrumento de percusión metálica que consiste en una varilla de acero de forma triangular con una apertura, que se golpea con una baqueta para producir una nota intensa y característica.

Y este sería el final del tema, si no fuese porque, justamente por esa simplicidad (tanto en diseño y sonido), y yo diría hasta en su humildad musical, me hizo indagar más allá.

Se dice que su origen es turco y fue utilizado por Beethoven, Mozart y Haydn entre otros, para invocar sonidos exóticos en ciertas composiciones.

Otra curiosidad es que es un instrumento “idiófono” que significa que produce sonidos por la vibración de su propio cuerpo, sin usar cuerdas, ni membranas, ni columnas de aire.

Pero lo más impresionante de este sencillo y a la vez complejo instrumento es que posee una gran proyección, lo que permite que sea oído por encima de la orquesta.

Comprenderán ahora que, tras mi investigación, la mesa estaba servida para degustar de una esclarecedora epifanía.

No se impone el que habla más alto, ni el director de la gran orquesta global, el solista o los protagonistas de cualquier cosa, que abundan y se envician pronto con eso que llaman el latiguillo del aplauso.

A veces una nota escondida y precisa, una voz humilde tras bastidores, en el momento adecuado, puede proyectarse por encima del gran ruido existencial y dejarnos con el cuerpo y el alma vibrando.

Creo que muchos, incluyéndome, podríamos beneficiarnos de unas clases del modesto triángulo. Voy a practicar a diario, a ver si aprendo algo.

-        Dimmmmm…

Bien dijo James Barrie, autor de Peter Pan que “la vida es una larga lección de humildad”.