viernes, 18 de julio de 2025

MAESTROS

 


La cumpleañera llegó luciendo un vestido vaporoso con un estampado de flores y mariposas.

La felicité con un cariñoso abrazo y ella siguió revoloteando, ingrávida, entre sus invitados.

En verdad no conocía a casi nadie, así que me senté tímidamente a observar la fiesta. La mesa de dulces atrajo de inmediato mi atención. Una gran torta de cumpleaños se alzaba en el medio, acompañada de una variedad de bocados irresistibles.

Me serví un platico lleno de tentaciones y cerré los ojos, deleitándome.

Allí fue cuando algo extraño pasó.

Una gran algarabía me sorprendió. Los convidados al festín me tomaron de las manos y me invitaron a jugar con ellos.

Yo no ofrecí resistencia y me uní a sus alegres canciones y correteos. Sí, súbitamente éramos todos niños.

Llegó el momento de cantar cumpleaños.

Rodeamos a mi amiga y al terminar de entonar el Happy Birthday, salí de mi ensoñación y volví a la realidad, como si en un segundo hubiesen transcurrido 90 años.

Sí, mi bella amiga estaba cumpliendo nueve espléndidas décadas.

Al final regresamos a nuestro verdadero tiempo (y edad), y como dijo Napoleón al contemplar las pirámides de Egipto en su campaña de 1798: Soldados, cuarenta siglos de historia os contemplan…

Pero este otro de mis trances me resultó muy auténtico, pues me encontré con los niños internos en los ojos de quienes entonábamos con admiración, ese feliz cumpleaños atemporal en los noventa abriles de mi amiga.

Como dicen, la edad es solo un número, y qué grato es encontrarnos otra vez como criaturas que solo quieren jugar.

Con la edad viene la sabiduría dicen, pero al final los niños son nuestros verdaderos maestros.

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