martes, 24 de diciembre de 2019

UN SUAVE RESPLANDOR


Hay en mi hogar, una extraña luminosidad.

Un suave resplandor de lumbre y olor a madera.

Es la Navidad.

La vida, o bueno, al menos la mía, ha transcurrido entre ruinas y milagros.

Ya lo dijo el poeta: Qué hermosa es la vida! Cómo nos despoja todos los días, como nos arruina implacablemente, cómo nos enriquece sin cesar!(Jaime Sabines, mi poeta de cabecera)

Pero también concluyo que son más los milagros que las ruinas, como he citado muchas veces en este blog, “Hay dos clases de personas, las que no creen en los milagros y las que creen que todo es un milagro.”

Me cuento entre las segundas.

En mis agónicas últimas navidades, esa época en que parece decretarse la alegría, he hecho como se dice en mi tierra, “de tripas corazones”.

Y es que la alegría obligada, no alegra…

Pero este año, vinieron los duendes y me ayudaron a que mis cachivaches viejos de Navidad, brillaran con otro resplandor.

Con la leve llama de la gratitud, por lo que tengo, y no por lo que he perdido.

Recibo en mi corazón la luz del inmenso mensaje de bondad y humildad que nos ofrece el Niño Jesús.

Sólo eso reconforta.

“Niño Lindo, ante ti me rindo…”, como dice la canción.

¡Feliz Navidad, desde la Calle del Eco!

2 comentarios:

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