Se soltaron y volaron libres.
Irradiando su luz inquieta.
Eran miles de ellas.
A su paso, dejaban una estela
azul,
la de las buenas noticias, en las noches de invierno.
Me arrullaron.
Me acariciaron con sus alas etéreas
y leves.
Me contaron historias viejas.
Mi casa, la de afuera y la de
adentro,
se llenó de un resplandor tan fuerte,
que hizo insignificante la
tristeza.
Acabó con las sombras.
Pulverizó las ausencias.
Son las luciérnagas.
Cada objeto a mi alrededor, cada partícula
de tiempo, se convirtió en una de ellas.
Metamorfosis sublime.
Mi casa pudo verse desde la más
remota de las estrellas.
Allí donde esta él.
Todo esto me sucedió cuando abrí
la caja de los recuerdos.
PD: Bueno no podía despedir de enero sin un momento mágico. Cuando la tristeza duerme de a ratos, los recuerdos despiertan. Espero este nuevo año encontrar muchos de ellos. Soy optimista.
Muy bonito, ya ves que te dije que los recuerdos acompañan, los recuerdos no duelen, duele la ausencia. Un enorme abrazo
ResponderBorrarSiempre sabia mi amiga Ester. Gracias por tu visita y comentario.
BorrarOtro abrazo muy grande
Preciosas luciérnagas...
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias Rafael! Alumbran!
BorrarUn abrazo grande
Di que si Natalia. Seguro que este año encuentras muchos momentos mágicos, tu amigo Jorge te lo desea.
ResponderBorrarUn abrazo muy grande :)
Gracias amigo Jorge, se te aprecia mucho
BorrarAbrazote