jueves, 31 de julio de 2014

TEMPERAMENTOS

Cambian.

Dependiendo del color, los vientos, la latitud, la agitación  o algarabía.

Los  apacibles,  casi siempre esconden su furia por debajo de un espejo inescrutable.

Los lentos y transparentes  dan vida a su alrededor;

Otros son  tan generosos  que convierten todo lo que tocan a su paso, en lugar encantado.

 A veces se enfurecen y  arrasan con todo.

Son cambiantes y camaleónicos

Confunden.

Pero  son casi siempre anchos, mansos  y sentimentales

Son los ánimos del rio.

Y es que,  de temperamento Caribeño,  pasé a tener temperamento fluvial.

De sardina pasé a ser trucha.

Y es que a falta de playa, buenos son ríos.

El mío, es presencia mística cotidiana.

Verde esmeralda,  botella, turquesa, zafiro, gris o azul hielo.

Mi rio corre.

Sin prisa.

Creo que el temperamento fluvial es viajero: un gran viaje.

En eso estamos todos.

Viajando parsimoniosos, agitados, embravecidos o dóciles.

Disolviéndonos.

Como dice Machado:

“La vida baja como un ancho río”

Mi rio

jueves, 24 de julio de 2014

MUCHAS


Cuando me rozan tiemblo.

Me escondo para que pasen de largo y no vuelvan.

Les deseo, cordialmente, que se pierdan y no regresen nunca más.

Intento camuflarme.

Me subo el cuello de la gabardina.

Me apoyo en un poste de luz vacilante.

Enciendo un cigarrillo.

Allí me quedo, muy quieta, a ver si cruzan hacia la otra esquina y desaparecen.

Volteo disimuladamente a ver si ya se fueron.

Pero cuando una desaparece, de la otra acera ya viene otra, y otra más.

Doy una bocanada de humo, aunque no fumo, y me concentro en el piso, para que ni me miren.

Cuando creo que no hay peligro, entro a un bar de mala muerte.

No quiero volver a mi casa.

No quiero tener dirección ni domicilio.

Para que no me encuentren.

Pero al final, no estoy en una novela de espionaje.

Estoy aquí en este mundo.

Sin gabardina, sin bar imaginario, sin cigarrillo y con domicilio conocido.

Me han rozado, me han tropezado, me han caído a golpes a veces, dejando mi alma magullada.

Son las malas noticias.

Ha habido muchas últimamente.

De ahí mi silencio.

 

lunes, 7 de julio de 2014

¿SERÁ?



¿Será intercambiar fotos de arco iris?

¿Será el  vino de la tardecita (mejor conocido como sundowner)?

¿Será sentarme  a mirar las miles de maripositas que hay ahorita en el jardín?

¿Será  Sancho, aunque a veces gruña?

¿Será el despertador cuando no suena?

¿Será la leve  e inesperada caricia?  

¿Será la visita de una amiga?

¿Será una confidencia?

¿Será la siesta?  

¿Será la seductora voz de mi amado?

¿Será la lluvia en un paseo en bicicleta?

¿Será meter la cabeza en la almohada y dormir?

¿Serán las flores  después del largo invierno?

¿Será trabajar duro y disfrutar del tiempo libre?

¿Será saberlos buenos y honrados y felices, a los hijos?

¿Será este húmedo aburrimiento de verano?

¿Será el silencio navegable?

¿Será la conversa alegre?

¿Será la risa o llorar sin causa?

¿Será sentarme en mi silla?

¿Será esta extraña placidez brumosa eso que llaman ser feliz?

¿Será?