lunes, 25 de noviembre de 2013

LA PROBLEMA



-      Tenemos "una problema" – dijo mi esposo, el inglés (ya ustedes lo conocen)

Yo reaccioné desproporcionadamente.

-      ¿Qué pasa?

-      ¿Dónde te duele?  

-       Tranquilo. ¡Llamo a 911 ya!

Cuando ya tenía el teléfono dispuesto, él dice con su  mejor cara de “cup of tea” como yo la llamo:

-      The tonic water is flat!

Yo sigo, como si me hubiese dicho que le está dando algo:

-      Relax! Breath! Everything will be Ok.

-      Tenemos "una problema" – repite.

-      Si, pero no te preocupes…la ambulancia ya viene en camino

-      Tonic water is flat! – repitió impaciente.

Entonces caí en cual era “la problema”.

Al agua tónica, ingrediente indispensable para el Gin&Tonic, o “sundowner” ( trago de cuando se oculta el sol, que ya no aplica pues el sol se oculta a las cuatro de la tarde en invierno y el bar de la casa se abre a las 7pm)  no tenía gas.

El aguakina, como se llama en Venezuela, no tenía burbujitas.

Ese era “la problema”.

Como yo lo quiero tanto, no lo maté en el momento.

Creo que iba a llamar a la ambulancia, pero para mí.

-      No worries – dije intentando sonar dulce – en la despensa there is a new one ( así hablamos nosotros, ESpanglish)

Y así fue. "La problema" estaba resuelto

Mi esposo regresó de la despensa con cara de felicidad y destapó la nueva botella de tonic water, que salió disparada como una fuente burbujeante de vida.

Entonces, para variar, mi reflexión.

Como que la vida es una efervescencia.

El pasado es agua tónica  estancada, sin energía.

Hay que conservar las burbujas frescas y activas, y tenerlas siempre a mano.

Si no, tenemos “una problema”.

Esa noche, los dos brindamos felices,  como dos almas burbujeantes de vida.

martes, 19 de noviembre de 2013

SANDBOX


Hoy fracasé en el intento de ser Homo SAPiens.

Me pareció escuchar que la contraseña era “Sandbox”, caja de arena.

Entonces comencé a asfixiarme.

Tenía que salir de esa prisión.

Recordé a Sartre. “No Exit”.

Sin salida. El infierno son los otros.

Esto tiene que ser el Hades, las tinieblas, pensé.

Entonces empecé  a argüir el plan.

La ventana no era opción. Estábamos en el piso 33 y solo veía chimeneas que bostezaban vapor.

Igual que las personas allí encerradas.

Detener el tiempo y desaparecer por un universo paralelo. Tampoco.

Convertirme en fluido viscoso y deslizarme sigilosamente por debajo de la celda. No.

La puerta era mi mejor opción.

Marqué la contraseña.

Sandbox.

Agarré mi abrigo y mi cartera y hui.

Me evanecí.

Desaparecí.

Esto que acabo de narrar, es mi fuga de un curso de SAP, que tenía que hacer durante todo el día de hoy.

SAP es un sistema del cual no quiero volver a saber nada, nunca más en mi vida.

Apenas aguanté estoicamente una hora.

Será una raya en mi expediente de “training”.

No quiero, me niego rotundamente a  ser SAPiens, como bromeó el instructor al inicio de la clase.

Después de esta experiencia Sartreana, llegué a la casa a desintoxicarme.

Para ello tuve que romper la promesa de no tomar vino entre semana.

Se trata de una emergencia. (sobre todo a -26 grados centígrados con el windchill)

Agarré mis juguetes, mi pala, mi tobo, mi disfraz de princesa, mi libro “ Los Incurables” de Federico Vegas, que me habla de nuestro pintor de las evanescencias, Armando Reverón, mi Calle del Eco , mi vino, Sancho y  me  fui directo a mi caja de arena, mi “sandbox” particular.

Mi lugar de jugar.

jueves, 14 de noviembre de 2013

A MARI USQUE AD MARE


 
Mis pensamientos se quedaron un buen rato navegando en esta frase.

De costa a costa, de oreja a oreja, en un feliz bamboleo.

A Mari Usque Ad Mare… “From Sea to Sea”.

Me pasa que a veces me quedo en estado de trance con ciertas frases o palabras.  

Soñar es mi forma de meditar sin instructor, sin respirar raro, sin cerrar los ojos y sin  tapete.

Esta vez me sucedió en la clase de ciudadanía.

Un curso intensivo que hice los últimos dos días (gracias Mariela), para prepararme para el examen que me permitirá optar a la ciudadanía de mi país adoptivo, Canadá.

Allí, en un saloncito de un edificio del downtown, estaban representados los más diversos rincones del mundo: Rumania (la profesora), Somalia, Sudán, Pakistán, Egipto, China, India, Perú, Irán, Venezuela.

La vasta inmensidad, en una salita mínima.

Todos, sin distinción,  transeúntes de este mundo.

Todos en tránsito.

En busca de un rincón amable donde echar ramas (ya es imposible eso de echar raíces, me lo dijo mi amiga escritora hipertalentosa Mercedes)

Ese lema, “A Mari Usque Ad Mare”,  “From Sea to Sea” expresión de orgullo, grabada en la piel del escudo de armas de Canadá, me produjo una suerte de inmensidad interior.

Como un abrazo de costa a costa.

Un abrazo de razas, de religiones, de idiomas, de culturas, de colores.

Un abrazo intimo en su vastedad.

Cuando volví en mí, ya habían pasado algunas páginas de la guía.

Estábamos en las formas de gobierno, la parte más complicada.

Me propuse prestar atención a la historia de este  bello país que, de océano a océano, se expande en praderas, montanas, nieves y vientos.

A Mari Usque Ad Mare…

¡Este examen  lo tengo que pasar!

El mundo es grande, pero en nosotros es profundo como el mar”

Rainer Rilke

viernes, 8 de noviembre de 2013

MERLIN


Ayer en la mañana se me atragantó una bola de cristal en la garganta.

Mi esposo salió  de la casa muy temprano, como siempre, pero a los pocos minutos, regresó.

-      What happenned? – le pregunté preocupada.

-      Se me olvidó algo – dijo en inglés.

-      ¿La billetera, el maletín…?

-      No, mi bola de cristal – dijo en tono jovial.

Ahí fue cuando me atraganté.

En medio de mi incontenible acceso de tos,  me pareció ver una larga cola  azul  que se perdía en el umbral de la puerta.

Cianótica (quizá por ello mi mundo azul), me senté en una silla de la cocina, a atar cabos.

Me paseé por todas las hipótesis.

Un sueño vívido.

Los extraterrestres nos invadieron y me cambiaron a mi esposo.

Finalmente, la locura.

Cuando el oxígeno volvió a circular en mi sistema, lo vi  todo claro y transparente, como la famosa bola.
Mi esposo cambió de trabajo hace poco y con ello, se curó de una enfermedad terrible: el aburrimiento.

El trabajo, leía hace poco (José Domingo Blanco periodista venezolano), nos salva de tres grandes males: del aburrimiento, del vicio y de la pobreza.

La bola de cristal es un chiste que siempre ha tenido mi esposo  Merlín, sobre su escritorio ( ya después del ataque de tos me acordé). En su trabajo hay que hacer pronósticos y como decía Yogi Berra, los pronósticos son complicados, porque se trata del futuro.
En  la mudanza de oficina, el futuro se había quedado rezagado.

El futuro es aire o cristal transparente.

El futuro es inasible, impredecible, cambiante, invisible tal vez.

Hoy va a nevar.

Es el futuro inmediato más probable en esta ciudad.

Mientras tanto hay que trabajar.


PD: Otra vez disculpen, tenia que sacarme ese conversación matinal tan surrealista de la garganta.

domingo, 3 de noviembre de 2013

INUSUALES VECINOS


Tenemos nuevos vecinos: Mr. and Mrs. Osprey.

Creo que nos llevaremos muy bien.

Como he dicho en otras ocasiones, no soy un ser social.

Cuando se me acaba lo que aquí llaman el “small talking”, me encuentro en el incómodo territorio de la “no afinidad”.

Pocas veces encuentro ese delicioso espacio íntimo de la conversación sincera, y llega un momento en que la “charla chiquita”  me resulta agotadora.

Pero con Mr. and Mrs. Osprey, creo que va a ser distinto.

Son callados y discretos.           

Con un aire aristocrático. Elegantes sin ostentación

De vez en cuando se les ve pasear juntos por las riberas del rio.

A veces se detienen  frente a nuestra casa y nos saludamos con un leve movimiento de cabeza.

Jamás hemos cruzado palabra, pero mas de una vez he estado tentada a ofrecerles un gin & tonic para que acompañen nuestros "sundowners". 

Confieso que los espío.

Quiero saber sus rutinas, sus horarios, sus hábitos nocturnos.

De hecho, ahora tengo siempre los binoculares a mano.

Pero cuando quiero observarlos,  se me escapan en los vapores del rio.

Los Osprey, ejercen en mí una misteriosa fascinación.

Creo que por su espíritu aéreo.

Su magnificencia.  Su desenfado.

La levedad de su vuelo.

Mis inusuales vecinos viven en un confortable Penthouse, en la copa de un árbol cercano.

El Señor y la Señora Osprey  son una  magnifica pareja de águilas pescadoras.
http://en.wikipedia.org/wiki/Osprey