martes, 29 de enero de 2013

ORUJO


 A veces me siento como tan sola y aislada, aquí en la pradera canadiense.

Sobre todos los días como hoy, a treinta y seis grados centígrados bajo cero.

Si, disculpen, otra añoranza. Y eso que prometí una entrega de humor. 

Se los debo. Es que este frio arruga al mas "templao"!

Mi hija me trajo de España, una botellita transparente que contiene  un líquido también incoloro y cristalino.

Se ve inofensivo, parece agua, pero no.

Es aguardiente.

El frasco es tan bello que tiene semanas anclado en  la mesita de los recuerdos. Así llamo a la mesa que tiene los retratos de mis fallecidos padres y hermano.

Por alguna misteriosa razón, la botellita no ha querido moverse de ese lugar.

Todos los días la miro y pienso.

¿Será que la destapo y pruebo el aguardiente de Orujo? (producto de Burgos, ¡que poético!)

¿Será  que le ofrezco un pousse café a mi esposo y así lo acompaño? Dicen que es muy buen digestivo y tomar solo no es conveniente.

¿Será que la guardo en el bar? La verdad no es buena imagen una casa donde se usa el alcohol como ornamento.

Pero no, pasan los días y ahí sigue, acompañando  nuestras veladas  y a mis ánimas benditas.

En fin, un mensaje críptico, el de esta botella.

-¿Será que a los difuntos les gusta el aguardiente y no quieren soltar el frasco?  - pensé a manera de chiste.


Con este pensamiento me estremecí de pies a cabeza. 

En mi casa siempre se decía que “familia que bebe (y fuma, pero ese vicio ya lo deje) unida, permanece unida”.

¿Será que hay cosas que no cambian?

¿Será esa la razón por la cual el aguardiente no ha querido moverse de la mesa de los recuerdos?

¿Será que no debo sentirme tan sola, después de todo?
¿Será?

En esta noche helada,  encontré la excusa perfecta para “echarme” un trago de aguardiente. Decidi aceptar la invitación de los portaretratos.

Mañana pagaré, pero el de Orujo me calentó y me alegró el espíritu instantáneamente.
Por fin descifré el mensaje de la botella.

domingo, 27 de enero de 2013

NORTE Y SUR


La guerra es miedo y ruido.

Sancho  percibe esto muy claramente, quizás más que muchos humanos.

Producto de nuestra visita a Charleston, South Carolina, en Octubre pasado,  me dio por encargar la vieja serie, Norte y Sur, sobre la guerra de Secesión de los Estados Unidos. 

Es una historia cuya premisa es la amistad y donde el conflicto dramático es que la guerra coloca a los dos entrañables amigos, en diferentes bandos.

Aunque Hollywood tiende a distorsionar la historia y así nos advirtieron en las plantaciones, lo bello de la serie es que, la amistad, el honor, la gallardía, la justicia, el honor,  todos los valores humanos en su forma más pura, encuentran puentes y prevalecen.

Pero a lo que voy.  La serie contiene muchas escenas de guerra, muy reales. 

En lo que comienzan los cañones, las balas, las explosiones, el buen Sancho, echado junto a nosotros mansamente, levanta la cara, mira la pantalla con expresión de terror, llora, se escabulle y se va.

Para él la guerra es eso, miedo y ruido. (Meen  defiende su pedigree y dice que es solo “annoyance”, porque Sancho es un “gun dog”, perro de caza y los escopetazos están en su DNA, pero yo veo antropomórficamente en sus ojos, que es cobarde)

Cuando pienso en el mundo y su historia, en las guerras que se han librado y se siguen librando, en las trincheras  o en lugares más complejos,  los pequeños infiernos que a veces se generan en la psique, me provoca hacer como Sancho.

Escabullirme a un rincón  lejos del miedo y del ruido. 

No es tan fácil.

Disculpen este momento no tan mágico y un poco “dark”. 

Creo que es porque en mi país hay mucho ruido y miedo actualmente, una guerra sin cañones, por ahora,  y me resulta imposible hacer como mi buen Sancho. 

Yo soy venezolana y duele.

Por ahora voy a seguir viendo mi serie.

Reconforta tanto saber que, al menos en el cine, por más que Hollywood distorsione la historia:

Los malos tienen un día su merecido. 

Lo que arrasó el fuego, se puede reconstruir

El amor cura todas las heridas. 

La justicia prevalece.

Existe algo que se llama honor, hasta en la guerra  

Y sobre todo que la nobleza  del espíritu del hombre siempre se impone ante el miedo y el ruido, ante la adversidad.
 
 Así espero ocurra un día en Venezuela.  

martes, 22 de enero de 2013

EL TESTAMENTO DEL POLLO


El único testamento que conocía era el del pollo.

Cuando en mi casa de Caracas se presentaban muchos comensales para el almuerzo, mi mama decía: lo que queda es el testamento del pollo.

Pero al final, todo el mundo salía más que satisfecho.

Era la mesa de la abundancia.

Pero en este país, parece que es necesario tener un testamento de verdad, firmado por abogados y todo, porque si no, parece que es un problema, así uno no tenga ni un maíz que asar.

Hace poco leí que si uno se muere con más de cincuenta dólares en su cuenta bancaria, significa que uno ha fracasado en la vida.

El dinero, del Latin, currere, significa algo “que corre”, “currency”, algo que huye, que se va. Algo hecho para disfrutar.

De nada vale ser el más rico del cementerio.

Aparte de correr, mi esposo dice que el dinero también habla y el nuestro, se la pasa diciendo adiós. (me compró una plaquita con esa inscripción)

Pero el hecho es que tuvimos que hacer el dichoso testamento, pues al fin y al cabo, nos ha costado bastante tener Medio para completar Real (monedas antiguas de Venezuela de 25 y 50 céntimos respectivamente) para que, lo poco que tenemos, se lo quede el gobierno.

Pero, en el proceso durante el cual, la abogada nos hizo preguntas hipotéticas horrendas y que nunca me había planteado, (la misma abogada que secuestraron y cuyos plagiarios amenazaron con soltar si no se pagaba el rescate) tuve esta reflexión:

Hay testamentos mucho más importantes, que este del trámite.  

Un legado no metálico ni en papel, que me propongo verdaderamente derrochar en  esta vida.

Otro tipo de depósito, no bancario, no sujeto a devaluación,  inflación o bancarrota.

Un caudal energético enorme, tanto, que no cabe en ninguna bóveda.

Es el amor ardiente, el que lo vuelve a uno polvo, como decía Octavio Paz, pero ``polvo enamorado``.

 Es la imaginación, la fantasía mítica, el chocolate escondido, la buena conversación.

El silencio, el horno,  una daga, un gallo, una luciérnaga, la leche de murciélago.

La lluvia recia o la sigilosa nieve. El fuego y la amable compañía.

El hogar.

Mi verdadero testamento hecho de huesitos.

Espero no fracasar y morir con menos de un billete de cincuenta en mi cuenta bancaria energética.
Tambien deseo que mi testamento, si es posible, sea como el del pollo de la casa de mi mama.   

El  de esa otra abundancia, la que a todos dejaba satisfechos.

sábado, 19 de enero de 2013

PARA ELISA


El sonido es el más intrépido de los viajeros.

Cada nota al aire, cabalga en una onda, da vueltas en los toboganes de la oreja, se desliza por un túnel diminuto; salta en un colchón de delicadísimos resortes, se lanza en aguas que circulan por los laberintos de un caracol,  de allí sale rauda y se transforma en chispa incandescente, hasta que, delicadamente, como una mariposa, se posa en una emoción.

Entonces uno sonríe. 
Estoy segura de que no fue así como se lo enseñaron en la universidad a la dinastía de otorrinolaringólogos de mi familia  (papa, hermano y sobrino), pero digamos que es una licencia poética.

Y es que, entre los regalitos que recibí en Navidad, hay uno muy especial.

El más pequeñito y sencillo. Quizás el menos costoso, pero uno de mis favoritos.

Quien me lo dio me dijo, que sabía que yo lo iba a apreciar.
Eso me gusta, porque demuestra que, aunque en general soy bastante  ácida y tosca, quiere decir que alguien detecta en mí, cierta dulzura y delicadeza.

Es una cajita pequeñita y trasparente, que deja ver un mecanismo diminuto.
Una palanquita, que mueve un engranaje, que a su vez hace girar un carrete metálico con muescas grabadas  a cierta distancia, que a su vez hace vibrar unos palitos de diferentes tamaños. 

De este último párrafo, que pareciera que narra la historia de la Revolución Industrial en Inglaterra, surge una exquisita melodía: Para Elisa.

Así, en mis ratos de ocio, doy vueltas a la palanquita, miro como se mueve  cada piecita en perfecta sincronía y me asombro de cómo salen de allí las notas de Beethoven, tiin, tiin… tintintin…para emprender el resto de su periplo por los laberintos de aire, agua y luz de mis oídos y de mis emociones.

Es una cajita de música, pero me gusta pensar que es el mecanismo de una sonrisa. Como las que nos regalan los hijos.

Esta fue obsequio del mio, Santiago. 

martes, 15 de enero de 2013

EL HUEVO


El nuevo año siempre me da una sensación de “sabana íngrima”, como dice una canción venezolana ( Llanera Altiva). 

Una llanura de silencios, de incertidumbres, de posibilidades, de miedos; un campo infinito donde no sé si correr  o quedarme quieta.

He aquí mi reflexión: 

El huevo es el alimento más perfecto de la naturaleza. Le sigue el cambur.  

Y no lo digo porque haya algo subliminal freudiano en esta afirmación (sí!, es contigo malpensado)

Sin embargo, como debo estar al borde de una crisis coronaria, después de comer huevos  en todas sus presentaciones posibles,  todos los días durante las pasadas vacaciones, pues decidí  darle un descanso a mi colesterol.  

Entonces, compré algo muy raro: huevo sin huevo (la clara, pues).

Lo que no sabía, cuando hice esta adquisición tan inusual, fue que estaba a las puertas de una “experiencia religiosa”.

Tanto así, que, con la de la clara del huevo, en mi mano, el tema de mi potencial infarto, pasó a ser irrelevante.

Y es que pasada la euforia de las fiestas, uno regresa, inevitablemente,  a sus plenitudes y a sus vacíos. Y en este país que hay tanto cielo, a veces los vacíos se imponen.

Aquí es donde viene a colación el huevo sin huevo.

Preparando la cena “a la carrera” (libro que mi mama quiso siempre escribir : “La Cocina a la Carrera”) rescaté unos cuantos vegetales abandonados, de esos que vienen a mi nevera a morir, como si fuera  el cementerio de los elefantes.

Verduras tristes, cuyo destino irremediable era  la soledad, el abandono, el frio, la muerte. Algunas veces, en el pasado, me he sentido como una de mis verduras, ¿y quien no?

Entonces, puse en un poquitico de aceite en un sartén y les eché el fluido mágico, transparente, cohesivo, revitalizador, puro y energético, que les dio sentido a su existencia:  el huevo sin huevo.

En un santiamén, aquellas hortalizas moribundas se transformaron en un festín.

Entonces me pareció que la clara del huevo era Dios.

Pensé: 

Dios es esa cosa invisible, pegajosa y proteínica, capaz de llenar todos los vacíos y darle sentido a una existencia que pensábamos acabada. ???

Me asusté.

Yo que no soy nada rezandera y que,  honestamente, admiro a quienes tienen esa cercanía con Dios, ¿yo, teniendo estos pensamientos?

Me estoy poniendo vieja… ¿será? 

¿Será por eso que el huevo es el alimento mas perfecto del Universo, seguido por el cambur claro?

Lo dejo hasta aquí.

Voy a intentar hacer una gran revoltillo en esta sabana íngrima que es mi nuevo año. Energizar todos los vacíos con fluido energético y lleno de proteínas, sustancia creativa, acaso Dios.

Los vacíos son parte de nuestro algo, irremediablemente…

Les dejo el link con la letra de la canción Llanera Altiva, mi favorita es la cantada por Lilia Vera, pero no pude encontrar la cancion, solo la letra que es sencillamente espectacular)
.http://www.lyrics59.com/Llanera-Altiva-lyrics-1914766.html




domingo, 13 de enero de 2013

EL BARCO (versos)





No sabía si publicar o no este post por lo anecdótico (por ende aburrido para el resto de los mortales). Después dije que caray!  Además, tengo una reflexión post Año Nuevo , de lo más seria  (me temo) haciendo cola, así que tenía que clausurar el tema.

Solía componer este tipo de  rimas, desde muy joven (emulando al excelso Aquiles Nazoa) y ayer me salieron estas de un tirón. Una crónica de nuestro fin de año. 

Dedicado a mis maravillosos compañeros de viaje y de vida: Mi esposo (que no lee este blog), mi hijo Santiago y su amigo Mauricio; mi hermano Oswaldo y su esposa la siempre elegante Janet. Con todo cariño

A los que faltaron, mi hija Leo, alias La Nene, y mis demás hermanos, sepan que los recordamos, así como los ausentes, por ellos también brindamos.

Todo está en la botellita.




Fin de Año viento en Popa
O la historia de un crucero
Donde alzamos nuestras copas
Y gozamos un puyero




Aquel diciembre propicio
Nos metimos en un barco
Junto con Janet y Oswaldo
Santiago y el buen Mauricio

El embarque fue un tormento
El rotavirus fue el lastre
Yo pensé pa‘mis adentros
“Esto como que es desastre”

Después de que el buque zarpa
La esperanza ya se  aferra
Man over board!: hombre al agua!
Es nuestro grito de guerra

Pasado pues el suplicio
Nos relajamos un tanto
Fueron gajes del oficio
No hay razón para el espanto

Comenzamos el crucero
Con risas y parabienes
Si lo malo fue primero
Pues lo bueno es lo que viene

Barco al Caribe vislumbra
Entre rones  y mojitos
Santiago y Mauricio en rumba
Y a Oswaldo le hacen ojitos

Cena de gala suntuosa
Todos vistiendo elegantes
En esta experiencia acuosa
todavía vacilante...

Cuando llegamos a Antigua
La cosa ya pues se enmienda
Se sonríe y se santigua
Janet cuando ve una tienda




Cigarro, playa y cerveza
Meen es feliz como nada
Oswaldo  no pela esa
Con una piña colada

El viaje empieza a fluir
mágicamente y con vino
Las cenas son de morir
Gracias doy a Valentino
 

Espléndida travesía,
Fue nuestro  final de año,
Surcando Santa Lucia,
Una isla de milagro




La noche del treinta y uno
Nuestras magias se mezclaron
Y sin tropiezo ninguno
Nuestros deseos volaron



A "Skywalker" fuimos  dar
Al terminar la velada
Discoteca en alta mar
De los muchachos morada



Y comenzó el 2013
Amanecer en Barbados
A la cual dimos por vista
Porque estamos muy cansados

 
Sesión de lujo quisimos
Bubu nos tomó las fotos
Al ver los precios dijimos
Bubu, pero tú estás loco!


El Atlántico y Caribe
Se entrecruzan en Saint Kitts
Que amablemente recibe
Nuestros cuerpos en la “beach”




Y si de compras se trata
Pues Saint Thomas es la Meca
Y Daiquiri es la cantata
Para la garganta seca

Y con tumbos y sin ellos
Nuestro viaje fue precioso
Mauricio y Santiago bellos
Janet y Oswaldo gozosos

Lo que importa no es el lujo
ni la alta gastronomía
Lo que importa sin tapujos
es la grata compañía

Sin que quede nada adentro
De este viaje encantador
Si empezó como un tormento
Terminó de lo mejor!

Y como la dicha es buena
Y el reír siempre se agita
Que se alejen nuestras penas
 Y ojala que se repita!!

martes, 8 de enero de 2013

TOPACIO MISTICO


Tengo un volcán,  una cascada,  el mar, una celebración y una resolución aquí  en mi dedo.

Es el Topacio místico. Topacio del Caribe. Explico.

Estoy en dieta estricta,  pero esta mañana me desayuné con torta de chocolate y café.

También dije  que no tomaría más. Pero, como un vinito no le hace daño a nadie, aquí, estoy, copa en mano mientras escribo estas líneas de Año Nuevo.

Así soy: errática y errante. Tomo una decisión, e inmediatamente huyo y hago exactamente lo contrario (mi esposo lo certifica). Me impongo una regla y un segundo después la relajo. A veces pienso que es falta de consistencia, de voluntad o de carácter.

Así, el 31 de Diciembre entré a una tienda, en Santa Lucia, dispuesta a no comprar nada.

Salí con  un Topacio del Caribe: Topacio Místico.

Compré la sortija básicamente por el brillo y por el  nombre, no me puedo resistir a nada que tenga un poco de magia. Es una piedra tornasolada que refleja todos los colores del arco iris. Una celebración de la luz.

Recibí mi tesoro de manos de una mujer negra, bella y embarazada. Tres claves que hablan de fecundidad y abundancia.

Mi nueva piedra preciosa, atrajo cosas insólitas el último día del año: volcanes, cascadas, mar, ron, encuentros espirituales con el agua; hasta  el Espíritu Santo salió a colación, en la voz y en las manos de una señora desconocida.  También mi topacio concentró la celebración en alta mar; silbato, luces, música, deseos en una botella, abrazos físicos y espirituales. Faltó una corridita de toros, como quien dice…

Mi Topacio del Caribe,  es, legítimamente  místico.

Por cierto, mi resolución del año, producto de mi resolución de no hacer resoluciones, es seguir haciendo exactamente esto o aquello, o todo lo contrario.

Funciona.